Radioaficionados, emisoras y viejos transistores a pilas devolvieron las voces cuando solo había silencio y desconexión. El apagón demostró que la radio sigue siendo el único medio que resiste cuando todo lo demás falla
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Por Albert Sanchis
01/05/2025 – 05:00
A las 12:33 del lunes, España se apagó. No metafóricamente. El país entero quedó sumido en un colapso eléctrico sin precedentes: sin luz, sin internet, sin cobertura móvil. Durante horas, millones de personas permanecieron incomunicadas, atrapadas en una especie de paréntesis tecnológico, incapaces de acceder a información o contactar con sus seres queridos. El siglo XXI, de repente, se detuvo. La pregunta más simple — “¿qué está pasando?”— se volvió un enigma. Y en esa incertidumbre, reapareció la radio.
Durante horas, las únicas voces que llegaban en esa “oscuridad” eran las de los locutores que seguían emitiendo desde emisoras alimentadas por generadores. En plazas, terrazas, paradas de autobús y portales, grupos de vecinos se arremolinaban en torno a un pequeño aparato de radio a pilas. En los bares que no podían servir café, pero sí sintonizar la FM, la gente se detenía a escuchar. “¿Alguien tiene una radio?” fue la frase más repetida en muchas calles. Esa tecnología que muchos creían relegada a las estanterías del pasado, se convirtió en la única forma de saber qué estaba ocurriendo. Se volvió el único canal de conexión entre los ciudadanos y el exterior y la del lunes fue, en palabras de muchos, una nueva “noche de los transistores”, evocando aquella jornada de 1981 durante el 23-F.

David Marugán, especialista en seguridad y radiocomunicaciones, además de veterano radioaficionado, fue uno de los protagonistas inesperados de este apagón. Desde su casa en Madrid, se convirtió en nodo de comunicación y refugio informativo. Tiene decenas de receptores de radio, y ese día los puso en manos de sus vecinos y conocidos, que acudieron a su puerta. «Me llamaron al timbre, algunos casi desesperados, preguntando si sabía algo de lo que pasaba, si tenía una radio que prestarles», explica Marugán. «Muchos no tenían ni un receptor a pilas en casa y algunos jóvenes ni siquiera sabían cómo poner en marcha los aparatos. Me decían: ‘¿Cómo se enciende esto?’, o ‘¿cómo puedo sintonizar alguna emisora? Siempre he escuchado la radio en una app de móvil'».
Durante el apagón, Marugán estuvo en contacto por ondas con otros radioaficionados a través diferentes bandas, como VHF y UHF, algunas frecuencias específicas están destinadas a emergencias. «Nos comunicamos como siempre lo hacemos: y permanecemos a la escucha en ciertos canales de emergencia. Tenemos autorización, formación técnica, equipos autónomos y además estamos obligados por ley a colaborar con las autoridades si nos lo requieren», subraya

El suyo no fue un caso aislado. Cientos de radioaficionados en todo el país hicieron lo mismo. Sacaron sus equipos, alimentados por baterías o paneles solares portátiles, y mantuvieron viva la comunicación, no solo entre ellos, sino retransmitiendo información fiable para quienes se acercaban a escuchar. Mientras las redes caían, ellos seguían hablando. «Después de 40 años en esto, nunca me habían dado tantas gracias como ese día», dice Marugán.
Durante años, este experto ha sido una de las voces más activas en defensa de la radiodifusión. Sus hilos en redes sociales, a veces leídos entre líneas por algunos usuarios como advertencias anticuadas y cuasi-apocalípticas, cobraron un nuevo sentido tras el apagón. «No soy ningún prepper«, aclara. «Pero llevamos años ignorando una vulnerabilidad básica: la dependencia total de internet. La radio puede parecer vieja, pero es la única que sobrevive al colapso digital». Cuenta que en su caso dispone de paneles solares portátiles y un stock importante de baterías y de pilas para todo el equipo que posee. «Y las bandas de frecuencia que usamos pueden comunicarse a miles de kilómetros en caso de desastre o colapso»

Mientras las redes 4G y 5G colapsaban por la falta de energía eléctrica, las ondas de FM y AM seguían transmitiendo. La radio no solo informó. También calmó y acompañó. Las emisoras generalistas, como Onda Cero, Cadena SER, COPE o Radio Nacional, improvisaron especiales informativos desde estudios sin luz, usando generadores y baterías.
Pero sin duda, lo que este apagón reveló, más allá de un fallo en el sistema eléctrico, fue nuestra dependencia absoluta de internet para informarnos y organizarnos. “Lo más grave no es solo que no sepamos cómo funcionan las radios. Es que no sabemos vivir sin conexión digital. Y eso nos hace vulnerables”, resume Marugán. La hiperconexión digital ha creado una sociedad eficiente, pero profundamente dependiente. El apagón fue un espejo al que no nos gusta mirarnos: nadie sabía cómo actuar sin conexión. Ni siquiera cómo sintonizar una emisora. “Vi mucha gente que no había usado una radio física en su vida”, relata Marugán.

Aun así, en las tiendas y centros comerciales, las radios a pilas y las baterías volaron. En todos los bazares cercanos a Atocha, cualquier tipo de transistor para comunicaciones se agotó en cuestión de media hora. En Amazon, fueron los productos más vendidos en las horas posteriores al apagón. Un mercado que parecía dormido, destinado a nostálgicos de las ondas, despertó. También el apagón ha provocado una avalancha inesperada en la compra de artículos de emergencia como cocinas portátiles de gas, baterías externas, linternas y pilas tradicionales. En pocas horas, estos productos han desaparecido de las principales plataformas de comercio electrónico, donde los pocos modelos disponibles han duplicado —e incluso triplicado— su precio habitual.
Un vistazo a los listados de productos más vendidos en estos sitios lo confirma: las primeras posiciones están completamente dominadas por artículos de supervivencia. Algunos usuarios en redes sociales advertían que “ya no quedan radios en Amazon” o que “las de 10€ no vuelven hasta mayo”, en referencia a modelos básicos que hasta hace unos días eran fáciles de conseguir. El valor total de ventas de la categoría de baterías en AliExpress creció más de un 300% en España respecto al día anterior y la mayoría de los pedidos fueron enviados desde almacenes locales. Voces del sector explican que esta subida de precios responde tanto a la brusca escalada en la demanda como a movimientos especulativos puntuales por parte de algunos vendedores.

Este fenómeno incluso ha impulsado a muchas personas a preparar, por primera vez, sus propios kits de emergencia domésticos. «Me voy a montar mi mochila de emergencia, ya era hora», se leía en muchos comentarios tras el colapso eléctrico. Mientras tanto, en redes sociales, decenas de usuarios agradecieron a Marugán sus consejos, sus guías sobre radios de emergencia y su incansable labor divulgativa. “Hoy muchos se habrán acordado de David. Quizás hoy sea un día más que importante para la radio”, escribió uno. Otro publicó un vídeo sintonizando desde su casa en España con una radio de apenas 15 euros. “Lo he pasado con la XHDATA D-608WB que me recomendó David hace unos meses. Además de conectar la nevera a placas solares y cocinar con gas. Pero la radio fue esencial”, respondía otro.
Su capacidad de resistir ante el apagón no solo evidenció una ventaja tecnológica, sino también la necesidad de reconsiderarla como infraestructura crítica. Porque el lunes que España se apagó, la radio se encendió. Y su sonido fue más fuerte que nunca.
Tomada integramente, sin cambiarle un pelo, y con algo de pena, de : https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2025-05-01/resistencia-apagon-radio-radioaficionados-amos-baterias_4120045/
Responsable de esta publicacion ( copy/paste vil y vulgar ) Mario Arriola XE2MAM